Un multimillonario llegó a casa y encontró a su madre adoptiva trabajando como empleada doméstica. Lo que hizo después te impactará

—Antes del postre —dijo con voz serena—. Quiero enseñar algo. Un proyector parpadeó. La pantalla cayó del techo. La confusión se apoderó de la mesa. Clare ladeó la cabeza, sonriendo. ¿Qué es esto, cariño? Una grabación de la semana pasada —dijo—. Algo que me pareció interesante. El primer vídeo mostraba a Ruth arrodillada, fregando azulejos.

La voz de Clare llenó la sala. «Que el suelo brille esta vez». Nadie rió. El tenedor de Clare tintineó. Sus amigas miraban fijamente sus platos. Las manos de Ruth temblaban en su regazo. Otro golpe. Migas arrojadas. El cubo se volcó. El vino se derramó. La voz burlona de Clare resonó. Si Ethan la quiere aquí, más le vale ganárselo. El silencio se hizo más profundo.

El único sonido era el zumbido del proyector. Ethan no apartó la mirada. Es mi madre con quien estás hablando. El rostro de Clare se desvaneció. Ethan, yo... Esto no es lo que parece. Mantuvo un tono firme. Parece exactamente lo que es. Un compañero murmuró. Jesús. En voz baja. Otro negó con la cabeza. Ruth intentó levantarse. Por favor, detén esto, susurró, con lágrimas amenazantes.

Se irá. No te arruines la noche. Ethan le tomó la mano. Ya me ha arruinado bastante. Las amigas de Clare empezaron a recoger sus maletas. Demasiado avergonzadas para hablar. Clare tartamudeó. Me obligaron a hacerlo. No era mi intención. La interrumpió. No necesitabas ayuda para mostrar crueldad. La proyección se congeló en una imagen de Ruth arrodillada.

Ethan se acercó y apagó la pantalla. La luz regresó, pero el calor no. El aire traía esa extraña quietud que precede a una tormenta. Se giró hacia Ruth. No volverás a servir a nadie en esta casa. Clare se levantó con la voz temblorosa. No puedes hacerme esto delante de ellos. La miró una vez. Acabo de hacerlo.

Nadie probó el postre. Después de que los invitados se fueran, el ático se sumió en un silencio denso. La ciudad brillaba tras las paredes de cristal, pero dentro, cada sonido se sentía nítido. Clare caminaba de un lado a otro cerca de la barra, con sus tacones resonando como disparos. "Me humillaste", espetó. ¿Te das cuenta de lo que dirá la gente? Ethan se apoyó en la mesa en voz baja.

Dirán: «Por fin te vi». Levantó las manos. «Exageras. No es tu verdadera madre. Trabaja para ti. Debería haber sabido cuál era su lugar». Se enderezó. Su mirada la detuvo en seco. «Mi lugar existe gracias a ella. Crees que el mundo me dio el poder. Ella me construyó». Clare se burló. «Te manipuló. Se hizo la víctima».

Entonces, la elegirías a ella antes que a mí. Dio un paso más cerca. Lento, deliberado. Ella me alimentó cuando mis padres biológicos me abandonaron. Nunca pidió nada. Tú, en cambio, lo pediste todo. La voz de Claire tembló. Estás tirando nuestro futuro por una criada. No, dijo. Estoy acabando con una ilusión.

Llamó a seguridad. Llévala a recoger sus cosas. Se va esta noche. Clare se quedó boquiabierta. No puedes hablar en serio. Ni pestañeó. Dejaste de ser su compañera en cuanto la tocaste. Aparecieron dos guardias. Clare lo intentó una última vez, con lágrimas en el maquillaje. Ethan, por favor. Puedo cambiarme. No respondió.

La puerta se cerró tras ella, acallando el eco de sus sollozos. Ruth se quedó de pie en la esquina, con los ojos abiertos y las manos retorciendo el dobladillo de su manga. "No deberías haberme hecho eso", susurró. "La gente pensará que causé problemas". Ethan se giró, suavizando su tono. No causaste problemas. Revelaste la verdad. Ella negó con la cabeza, con los hombros temblorosos.