El hombre que los abandonó era, en efecto, su padre biológico. No hubo traición ni engaño, solo ignorancia.
Los médicos explicaron posteriormente que la genética puede deparar sorpresas inesperadas. Ambos padres portaban rasgos recesivos poco comunes de ancestros lejanos. Al combinarse, esos genes se expresaron en los tonos de piel más oscuros de sus hijos.