
Y en ese instante, todo su mundo comenzó a derrumbarse.
Sofía sintió que el corazón se le aceleraba. La presencia de Don Esteban ya no imponía distancia, sino una extraña cercanía que la desconcertaba. Avanzó lentamente, como si temiera asustarla aún más.
"No sé por dónde empezar", murmuró.
—Con la verdad —respondió Sofía, con más decisión de la que ella misma esperaba.
Don Esteban respiró profundamente, como si hubiera estado esperando este momento durante años.
“Me casé contigo… no para comprarte”, dijo con la voz quebrada, “sino para protegerte”.
Sofía frunció el ceño, incapaz de comprender.
¿Protegerme? ¿De qué?
Se sentó en el borde de la cama, con ambas manos sobre las rodillas. Parecía devastado, como un hombre cargado de recuerdos que finalmente estaban a punto de aflorar.
—Conocí a tu madre —confesó—. De joven.
Esa frase la golpeó como un balde de agua helada.
Sofía dio un paso atrás.
¿Mi madre? Eso... eso es imposible. Mis padres se conocieron en la universidad, y tú...
—Era amigo de tu madre antes de que conociera a tu padre —interrumpió Esteban—. Y… estaba enamorado de ella.
Sofía sintió que el suelo cedía bajo sus pies.
"¿Qué estás diciendo?"
“Ella nunca correspondió a mis sentimientos”, explicó, con evidente amargura. “Pero siempre la respeté. Cuando se casó con tu padre, supe que debía mantenerme alejado. Sin embargo… la seguí a distancia. Era una mujer extraordinaria. Años después, cuando falleció, prometí ayudar a tu familia si alguna vez lo necesitaban”.
Sofía se quedó sin palabras. Él continuó:
Nunca pensé que acabaría casándome contigo. Nunca fue mi intención. Pero cuando me enteré de las deudas y los riesgos que corrías... y cuando vi cómo luchabas para mantener a todos... aprecié tanto a tu madre que... —Se le quebró la voz—. Actué de la forma más insensata posible.
Sofía sintió una mezcla de conmoción, confusión y, sorprendentemente, compasión.
“¿Por qué no nos ayudaste sin pedir nada a cambio?” preguntó bruscamente.
Bajó la cabeza.
Porque sabía que tu padre jamás aceptaría dinero mío si no existiera un vínculo formal entre nosotros. Y porque... pensé que si te daba una vida segura, podría compensar mis errores del pasado.
Sofía necesitaba sentarse. Esto era demasiado.
Añadió:
Pero no quiero que este matrimonio sea una carga. Si, después de escucharme, deseas anularlo, lo haremos. Juro que seguiré ayudando a tu familia. No mentí cuando prometí respetarte.
La sinceridad en su voz era palpable.