No lo presionó.
No se quejó.
No medía el amor en dinero.
Por eso, una vez que Marcus empezó a tener buenos ingresos, se prometió a sí mismo que nunca más se preocuparía por la comodidad.
Mientras viajaba, confió las finanzas del hogar a su madre, Margaret Hale, y a su hermana mayor, Vanessa, quienes vivían en la gran finca que Marcus había construido a las afueras de Bluffton, Carolina del Sur.
Le dijeron que Emma era "demasiado blanda" con el dinero.
Que no entendía de inversiones ni de presupuestos.
Que sería mejor que ellas se encargaran de las cosas.
Marcus les creyó.
Esa confianza le costaría todo.
La casa que parecía una celebración
La camioneta negra cruzó las puertas de hierro de la finca justo después del atardecer.
Marcus frunció el ceño. La pintura fresca relucía en la entrada. Nuevos vehículos de lujo llenaban el camino de entrada. La música vibraba a través de las ventanas abiertas, tan fuerte que hacía vibrar los cristales.
"Esto parece una fiesta", murmuró.
El nuevo guardia de seguridad casi lo detuvo, pero tras una rápida llamada telefónica, la puerta se abrió.
Al entrar Marcus, el olor a carne asada, vino caro y risas a carcajadas llenó el aire.
La casa se había transformado.
Las largas mesas rebosaban de comida preparada: filetes, torres de mariscos, quesos importados, botellas de cristal de whisky y champán. Los invitados, vestidos con ropa de diseñador, se movían libremente por las habitaciones.
Allí estaba su madre, rebosante de joyas.
Vanessa, sosteniendo una copa de vino y riendo a carcajadas.
Su hermano menor, Kyle, ya sonrojado y presumiendo ante un grupo de amigos.
Marcus se quedó paralizado detrás de una columna decorativa.
Entonces oyó a Kyle levantar su copa.
"¡Por Marcus, financiando otra gran noche!"
Estalló la risa. La sonrisa de Marcus se desvaneció.
Buscando a la Persona Desaparecida
Examinó la habitación, esperando ver a Emma en el centro de todo.