Muchas personas de fe sienten una culpa silenciosa al orar en la cama, especialmente en las noches en que el cansancio los agobia. Sin embargo, a lo largo de las Escrituras, un mensaje aparece una y otra vez: Dios escucha toda oración sincera, sin importar tu postura o lo cansado que estés. Este artículo explora cómo esos suaves susurros nocturnos pueden convertirse en algunos de los momentos más íntimos y significativos con lo divino.
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