Mi compañera de clase pidió prestados 8.000 dólares y desapareció. El día que me casé, ella regresó en un coche de un millón de dólares, pero el sobre de la boda me dejó sin aliento.

El día de la boda

Tres años después, me casé con Ryan Carter, un ingeniero de software en San José.

Tuvimos una preciosa boda en el jardín: la luz del sol entre los árboles, música suave, unos cien invitados. Todo fue perfecto.

Hasta que un Tesla Model S blanco se detuvo justo en la puerta.

La puerta se abrió y apareció una mujer deslumbrante con un vestido color crema de Chanel, gafas de sol oscuras y unos Louboutins rojos brillantes. El aroma a perfume francés caro la acompañaba en cada movimiento.

Los invitados giraron la cabeza.

Y me quedé congelado.

Era Hannah.

Ella sonrió como si nada hubiera pasado, caminó directamente hacia mí y me entregó un sobre grueso.

—Felicidades, Amy —dijo en voz baja—. Hoy es tu día especial.

Mis manos temblaban cuando la abrí, rodeada de mi marido y todos nuestros curiosos invitados.

Dentro no había dinero.
Solo una hoja A4 doblada.

Al principio pensé que era una carta de disculpa.
Pero no lo era.

Era un extracto bancario que mostraba una transferencia de exactamente $8,000 a mi cuenta esa misma mañana, con una nota:

—Pagado con intereses. Y tú… me debes una disculpa. —H.

⏬ Continua en la siguiente pagina ⏬