Incluir huevos y lácteos
La yema del huevo y productos lácteos fortificados, como la leche y el yogur, son una excelente fuente para complementar la dieta.
Aumentar el consumo de setas
Algunas variedades de hongos, como los champiñones expuestos al sol, aportan buenas cantidades de vitamina D.
Usar suplementos bajo supervisión médica
En casos de deficiencia marcada, un suplemento de vitamina D puede ser la mejor opción, siempre consultando primero a un profesional de la salud.
Mantener una dieta rica en calcio
No basta con la vitamina D; este nutriente debe ir acompañado de calcio presente en alimentos como brócoli, almendras y semillas de sésamo.
Hacer ejercicio regularmente
Caminar, nadar o realizar ejercicios de resistencia estimula los huesos y músculos, mejorando su fortaleza.
Cuidar los niveles de vitamina D no solo ayuda a aliviar el dolor en piernas y huesos, también previene enfermedades como la osteoporosis y fortalece el sistema inmunológico. Con pequeños cambios diarios puedes notar una gran mejoría en tu bienestar.
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