La tormenta de nieve desgarró el cielo, como si intentara arrancar lo último…

Se quedó en las montañas.

Construyó una nueva casa junto a la cabaña.

Después, la gente del valle contó: «Allí, en el paso, vive una mujer con un niño. Amable, pero siempre triste.

Y por la noche, se ve la luz encendida en sus ventanas, como si alguien estuviera sentado cerca».

Y solo el viento sabe la verdad.

Que a veces, en las noches más oscuras, trae la voz de un hombre a lo lejos:

«A la cama. Rápido, tonta… te vas a congelar otra vez…»

Ella sonríe.

«Ya no estoy sola».

Y afuera nieva, en silencio, como una promesa de que el dolor se puede soportar.