Sofía explicó: “Rastreamos la furgoneta y descubrimos que el empleado había empeñado una joya menor días después, y los investigadores confirmaron que tuvo acceso durante el tiempo en que el diamante desapareció. Clara no tuvo ninguna participación”.
El juez escuchó atentamente mientras se presentaban las grabaciones de seguridad y los registros bancarios. Los jadeos resonaron en la galería a medida que la evidencia probaba la inocencia de Clara más allá de toda duda. El rostro de Margaret perdió todo color, y la vergüenza de Adam era palpable.