La mujer que se quedó: un acto de bondad inesperado en un centro comercial

Pensé que iba a tener un día normal: unos recados en el centro comercial, un café para llevar, un mensaje a mi marido para decirle que todo estaba bien. De repente, en cuestión de segundos, mi cuerpo me traicionó. Un dolor repentino, mareo, pánico. En medio de la multitud, las miradas se apartaron... excepto las de una mujer. Se acercó, me habló con dulzura, y lo que podría haber sido el peor recuerdo de mi embarazo se convirtió, gracias a ella, en un conmovedor testimonio de solidaridad.

Cuando todo cambia entre dos escaparates

Ese día estaba embarazada y ya estaba un poco cansada. Caminaba por el centro comercial, con una bolsa en una mano y el teléfono en la otra, cuando un dolor repentino me dejó sin aliento.

En unos instantes, mis piernas empezaron a temblar, mi respiración se aceleró y solo una palabra me vino a la mente: miedo. Me agarré a una barandilla para no caer. Rostros pasaban, borrosos, algunos curiosos, otros indiferentes.

Entonces, una mujer se detuvo. Me preguntó si estaba bien, me puso una mano suave en la espalda y me ofreció asiento. Era Lina. Una completa desconocida… que, en pocos minutos, se convertiría en mi apoyo.