La Hacendada Que Fue Embarazada Por 3 Esclavos: El Caso Prohibido de Venezuela, 1831

La mañana del cuarto día no trajo el sol, sino el sonido de los guardias arrastrando a los hombres hacia la plaza central de la hacienda. Catalina corrió a la ventana. Los vio. Domingo, con la cabeza en alto. José Gregorio, rezando en silencio. Miguel, llorando pero caminando junto a sus hermanos.

“¡No!”, gritó Catalina, golpeando el cristal. “¡Asesino! ¡Tío, no!”

Don Sebastián, desde el patio, ni siquiera levantó la mirada. Dio la orden. La ejecución fue pública, brutal y rápida, un ejemplo sangriento para el resto de los esclavos. Catalina se derrumbó en el suelo, su grito ahogado en un sollozo que pareció romperle el alma.

Pero mientras los cuerpos aún yacían en el patio, un jinete cubierto de polvo irrumpió en la hacienda. Traía noticias de Caracas.

“¡Don Sebastián! ¡Don Sebastián!”, gritó el hombre, agitando un periódico. “¡El escándalo! ¡Está en ‘El Liberal’! ¡Toda Caracas lo sabe!”

El documento había llegado. La historia de Catalina había explotado. Los enemigos políticos de Don Sebastián exigían una investigación sobre su “cruel manejo” de la hacienda. La Iglesia estaba horrorizada. La sociedad caraqueña, aunque escandalizada por Catalina, estaba aún más fascinada por la audacia de la confesión.

Don Sebastián quedó atrapado. Había cometido los asesinatos, pero ahora el mundo lo observaba. No podía simplemente “desaparecer” a su sobrina. Su propio nombre estaba manchado.

Rodrigo, el abogado, vio la única salida. “Padre, esto es un desastre de relaciones públicas. Debemos controlar el daño. Ella debe irse”.

El juicio eclesiástico fue una farsa silenciosa. Para evitar más escándalo, Don Sebastián arregló todo. Catalina fue despojada de la Hacienda San Jerónimo, que pasó a manos de su primo Rodrigo. Fue declarada “moralmente incapacitada” para administrar sus bienes.

Seis semanas después, dio a luz a un niño. Un varón sano, de piel canela y ojos oscuros y profundos. Nunca se supo quién de los tres fue el padre; en el niño vivían los tres.