La chica pobre solo llevó una cesta de frutas a la casa de su novio para presentarse, pero inesperadamente, la madre de él mostró una actitud fría.

Salió por la puerta y Diego corrió tras ella. Doña Carmen se quedó mirando su pequeña figura, sintiendo un vacío inesperado. Se dio cuenta de que solo con unas palabras, Isabela había hecho que toda la familia reflexionara sobre su comportamiento.

Y desde ese día, la abundante comida seguía sirviéndose, pero Doña Carmen ya no la encontraba tan deliciosa como antes.