La chica pobre solo llevó una cesta de frutas a la casa de su novio para presentarse, pero inesperadamente, la madre de él mostró una actitud fría.

Doña Carmen estaba confundida. Las miradas de todos en la casa la hicieron sonrojar. El padre de Diego habló con calma: “Lo que debemos valorar es la gente buena, no la comida en la mesa.”

Doña Carmen guardó silencio unos segundos y suspiró: “Cielos… te pido perdón. He sido demasiado crítica. Esos platillos… bueno, voy a mandar que los sirvan para todos.”

Isabela sonrió: “Gracias, pero creo que hoy es mejor que regresemos. Si hay oportunidad, volveré, pero espero que entonces todos seamos más sinceros.”