La amante de mi esposo y yo estábamos esperando un hijo suyo. Mi suegra dijo: «El que tenga un hijo se quedará». Me alejé sin dudarlo. Siete meses después, toda su familia fue testigo de una verdad que puso su mundo patas arriba

El día que me alejé y encontré mi libertad

La promesa de un nuevo comienzo

Cuando descubrí que estaba embarazada, pensé que sería la chispa que salvaría mi matrimonio, que ya se estaba desmoronando.
Por un momento, creí que tal vez, solo tal vez, Marco y yo podríamos empezar de nuevo.

Pero solo unas semanas después, todo se vino abajo.
Descubrí que Marco tenía otra mujer.
¿Y lo peor? Toda su familia lo sabía.

Cuando se supo la verdad, esperaba ira o al menos vergüenza. En cambio, durante una supuesta "reunión familiar" en Ciudad Quezón, su madre, Aling Corazón, me miró fijamente y dijo con frialdad:

No hay necesidad de discutir. Quien dé a luz un hijo se queda en la familia.
Si es niña, puede irse.

Sus palabras me paralizaron.
Así que, para ellos, el valor de una mujer solo se medía por el género de su hijo.
Me volví hacia Marco, esperando que me defendiera, pero permaneció en silencio, con la mirada fija en el suelo.

Esa noche, de pie junto a la ventana de la casa que una vez llamé mi hogar, supe que todo había terminado.
Aunque el bebé que llevaba en el vientre resultara ser un niño, no podría criarlo en un hogar lleno de odio y prejuicios.

El día que me elegí a mí mismo

A la mañana siguiente, fui al Ayuntamiento.
Recogí los papeles de separación legal, los firmé y salí sin mirar atrás.