Historia divertida: Un soldado se acercó a una monja.

La monja, comprendiendo su miedo, dijo: "Entiendo que tienes acceso a él".

Sintiéndose amenazado, el soldado no pudo evitar decir: "Me temo que no te importará que diga esto, pero realmente tienes unas piernas hermosas".

Una monja, con un dejo de potencial agresión: "Si hubieras apuntado un poco más alto, podrías haber impresionado mucho con un par de testículos. Yo tampoco tengo acceso a la entrada principal".