Dormir en la cama de una persona fallecida no está prohibido.
No existe ninguna enseñanza bíblica ni cristiana que prohíba dormir en la cama de alguien que ya ha fallecido. Tampoco hay fundamento para creer que la cama se contamina o se llena de sombras.
La santidad no está en los objetos.
La paz está en el corazón con el que actúas.
Si sientes una sensación de pesadez al ver la cama, puedes cambiar las sábanas, ventilar la habitación y decir una breve oración:
Señor, gracias por la vida que compartimos aquí. Que este lugar sea ahora un espacio de paz.
Y si sientes que puedes descansar allí, hazlo sin miedo. No traicionas a nadie.
Dormir en esa cama no borra el amor.
No rompe el vínculo.
No atrae espíritus.
Sólo te ayuda a continuar tu viaje.
Cuando el miedo se disuelve, surge la gratitud.
El miedo se transforma cuando recordamos con gratitud.
Cuando dejamos de proteger el dolor y comenzamos a proteger el amor.
Muchas personas que no pudieron entrar en la habitación descubrieron que una simple oración cambió el ambiente. La muerte ya no sonaba como el fin, y la habitación volvió a ser un lugar de serenidad.
Porque cuando una casa se llena de fe, la muerte pierde su sombra.
Entonces… ¿es posible dormir en la cama de una persona fallecida?
Sí. Puedes hacerlo sin miedo, sin superstición y sin sentir que estás traicionando la memoria de tu ser querido.
Dormir allí no atrae espíritus, ni abre puertas oscuras, ni rompe ningún vínculo sagrado.
Lo único que importa es tu paz interior.
Si te trae paz, hazlo.