Elena hizo una pausa, dejando a todos en suspenso. Lo que Sofía descubriría en las siguientes páginas cambiaría para siempre su vida y su relación con su esposo. Pero antes de que pudiera reaccionar del todo, algo inesperado ocurrió en la sala que dejó a todos boquiabiertos...
Al observar más de cerca, Sofía vio que uno de los documentos era una escritura de propiedad, legalmente a su nombre. Una casa en el barrio de Triana, una de las zonas más antiguas y emblemáticas de Sevilla. El segundo documento era un contrato de fideicomiso que garantizaba que la propiedad era exclusivamente suya, sin que nadie más pudiera reclamarla, ni siquiera Alejandro.