En la boda de mi hija, su suegra le regaló una caja. Cuando la abrió, encontró dentro un uniforme de trabajo doméstico.

En la boda de mi hija, su suegra le regaló una caja. Al abrirla, encontró un uniforme de trabajo doméstico. Mi yerno sonrió y comentó: «Justo lo que necesita en casa». A mi hija se le llenaron los ojos de lágrimas y empezó a temblar. Me levanté en silencio y le dije: «Veamos qué regalo tengo para ti». Al abrir la caja, su rostro se transformó en una expresión de asombro absoluto.

Me llamo Elena Martínez y nunca olvidaré el día de la boda de mi hija Sofía. La ceremonia tuvo lugar en un elegante salón en el corazón de Sevilla, con cálidas luces reflejándose en los azulejos antiguos y un sutil aroma a jazmín que emanaba de los jardines cercanos. Durante semanas, me preocupé por cómo encajaría Sofía en la familia de su prometido, Alejandro Ruiz, una familia conocida por su rigidez y estrictas tradiciones.

Todo parecía perfecto hasta el momento de los regalos. Con un gesto elegante, la madre de Alejandro, doña Carmen, se acercó con una caja envuelta en papel dorado. «Mi querida Sofía», dijo con voz clara y orgullosa, «esto te ayudará a comprender tus responsabilidades como esposa».