ELLA FUE ACUSADA DE ROBO… PERO LO QUE MOSTRARON LAS CÁMARAS DEJÓ AL MILLONARIO EN SHOCK…

La suit presidencial del hotel Solara en Cancún era un santuario de lujo con vistas a un mar de un turquesa imposible. Pero esa mañana el paraíso se había convertido en el escenario de un crimen, o eso parecía. Elena, una joven de 24 años que trabajaba como limpiadora, se encontraba de pie temblando en la fría y estéril oficina del gerente del hotel, Ricardo Montes. Una huéspeda adinerada había denunciado la desaparición de un collar de diamantes. Y Ricardo, un hombre cuya ambición superaba, con creces su empatía, había encontrado a su culpable perfecta.

Elena era nueva, callada y para él completamente prescindible. Llevaba dos meses en el hotel trabajando turnos dobles para pagar el costoso tratamiento cardíaco de su hermano pequeño, Mateo. El collar estaba sobre el tocador antes de que limpiaras la habitación y ahora no está, dijo Ricardo con una calma glacial, disfrutando de su poder. Tienes dos opciones. Confiesas, devuelves la joya y te despedimos sin llamar a la Sí, policía o negamos tu historia y dejas este hotel esposada. Las lágrimas corrían por las mejillas de Elena mientras negaba con la cabeza.

Su voz un susurro roto. Señor, yo no tomé nada. Se lo juro por mi vida. Pero sus palabras se perdían en la atmósfera de acusación que Ricardo había construido a su alrededor. Para él, la verdad era irrelevante. Necesitaba una solución rápida para calmar a la huéspedutación del hotel. La desesperación en los ojos de la joven solo confirmaba en su mente su culpabilidad. Justo cuando Ricardo levantaba el teléfono para marcar el número de la policía, la puerta de la oficina se abrió.

 

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