Meses después, David descubrió que Isabella había abierto un pequeño restaurante llamado ‘La Mesa de Bella’.
Irónicamente, sus platos fueron elogiados en un periódico local como “la comida más auténtica y reconfortante de la ciudad.”
Mientras él ahogaba la culpa en otra copa de vino, Isabella levantaba la suya para brindar por la libertad, la dignidad y los nuevos comienzos.