El vino, el desprecio y el renacer de Isabella

A la mañana siguiente, David despertó y encontró la casa vacía. Isabella se había llevado solo una maleta y dejado un sobre sobre la cama. Dentro estaban el anillo y una carta breve:

“El respeto que me negaron es el mismo que recuperé al cruzar esa puerta.
No te preocupes, Margaret.
Tu hijo realmente merece algo mejor…
y ahora lo tendrá: su propia soledad.”