El vino, el desprecio y el renacer de Isabella

Y entonces, ante la mirada atónita de todos, vertió el vino sobre la cabeza de su esposa.

El salón quedó en silencio.
El vino goteaba de su cabello al vestido.
Margaret sonrió satisfecha.
“Tal vez así aprendas un poco de respeto.”

En ese instante, algo dentro de Isabella se rompió para siempre.


 La venganza silenciosa

Sin decir una palabra, Isabella se levantó, limpió su rostro con serenidad y salió del lugar. Nadie intentó detenerla — quizás pensaron que volvería, como siempre.

Pero nunca regresó.