Cuando Isabella Moore se casó con David Collins, creyó que estaba dando el paso hacia una vida de amor y compañerismo. Durante el noviazgo, David había sido encantador, atento y lleno de promesas.
Pero todo cambió en el momento en que regresaron de la luna de miel.
Su madre, Margaret, dejó muy claro que Isabella no era lo suficientemente buena para su hijo. Criticaba todo — su manera de vestir, de hablar, de cocinar.