El enigma de la inmovilidad nocturna: cuando el cuerpo se niega a obedecer

La inmovilidad nocturna suele describirse como:

Una presión opresiva en el pecho

Una sensación de estar inmovilizado

Dificultad para respirar profundamente

Sentirse observado, acompañado de un miedo intenso

Escuchar sonidos o percibir movimientos que no son reales

Estas sensaciones se producen porque el cerebro aún se encuentra parcialmente en modo REM, donde las imágenes y emociones oníricas pueden manifestarse en la conciencia.

¿Por qué ocurre? Si bien cualquier persona puede experimentar inmovilidad nocturna, varios factores aumentan la probabilidad:

1. Falta de sueño
Estar demasiado cansado dificulta las transiciones entre las etapas del sueño.

2. Horarios de sueño irregulares
El trabajo por turnos, trasnochar o las rutinas inconsistentes alteran el reloj interno del cuerpo.

3. Estrés y ansiedad
La tensión mental aumenta la hiperactivación nocturna, lo que aumenta el riesgo.

4. Dormir boca arriba
Esta posición se relaciona con más episodios.

5. Otros trastornos del sueño

Afecciones como la narcolepsia o el insomnio pueden influir.

Mitos vs. Ciencia
En diversas culturas, la inmovilidad nocturna se ha asociado desde hace mucho tiempo con:

Demonios nocturnos

Visitas de fantasmas

Espíritus sentados en el pecho

Encuentros con extraterrestres

Estas creencias surgieron porque la experiencia se siente muy vívida y sobrenatural. Históricamente, no existía una explicación científica para la paralización repentina del cuerpo durante la consciencia.

Hoy en día, las investigaciones demuestran que la inmovilidad nocturna es una falla neurológica natural, no un ataque sobrenatural. Comprender la ciencia ayuda a reducir el miedo.

Cómo afrontarlo
Aunque los episodios pueden ser angustiantes, suelen ser breves (duran de segundos a minutos) y no son peligrosos. Algunas estrategias pueden ayudar: