Durante una visita a la clínica, un médico observa que una adolescente se comporta de forma extraña cerca de su padre. Una ecografía pronto revela algo profundamente perturbador...

"¿Has terminado?"

Valeria se sentó, ocultando su preocupación detrás de una expresión profesional.

—Necesito hablar contigo unos minutos, Ernesto. A solas.

Laura cerró los ojos, como si el mero sonido de la voz de su padre fuera suficiente para destrozarla por completo.

El médico comprendió que esto era sólo el comienzo… y que lo que estaba a punto de descubrir podría ser mucho peor de lo que imaginaba.

La doctora condujo a Ernesto a una pequeña habitación contigua, lejos de la mesa de reconocimiento donde Laura intentaba contener los sollozos. Cerró la puerta con cuidado, sin prisas. Su tono era firme, pero mesurado.

—Encontré algo en la ecografía —empezó—. Laura está embarazada.

Por un instante, Ernesto no mostró ninguna reacción. Ni sorpresa, ni preocupación, ni enojo. Solo un parpadeo lento.

“Ya veo”, respondió con demasiada calma.

Un escalofrío recorrió a Valeria. Esa reacción no era la habitual en un padre que acababa de recibir semejante noticia.

—Necesito hacerle algunas preguntas a su hija sin supervisión —continuó—. Es un requisito médico y legal. Y tengo que avisar a los servicios sociales. Es el protocolo.

El rostro de Ernesto se endureció.

No hace falta involucrar a nadie. Yo me encargo.

El tono era peligroso. Controlado, pero amenazante. Aun así, Valeria no se dejó intimidar.

—Es obligatorio —repitió—. Y ya le he pedido a alguien que venga. Les pido que esperen en recepción.

El hombre apretó la mandíbula, pero finalmente se fue. El médico esperó unos segundos y regresó con Laura.

El adolescente estaba acurrucado en la mesa de examen, respirando con respiraciones cortas y superficiales.

—Laura —dijo Valeria con dulzura—, necesito que me digas la verdad. ¿Sabes quién es el padre?

La chica tardó varios segundos en responder. Finalmente, negó con la cabeza.

No quiero problemas… Dice que si hablo, lo arruinará todo. Que nos dejará sin nada.

“¿Él?” ¿Te refieres a tu padre?

El silencio fue una confirmación.

Valeria sintió una mezcla de indignación y profunda tristeza, pero mantuvo el rostro tranquilo.

Laura, lo que estás pasando es gravísimo. No estás sola. Voy a protegerte, ¿de acuerdo?

El adolescente la miró con ojos desesperados.

Nunca me deja sola en casa. Siempre me está vigilando. Y si lloro, dice que es culpa mía. Que tengo que portarme bien. Que... —Se le quebró la voz—. Que debería estarle agradecida.

Valeria tomó una decisión.

Voy a llamar a un trabajador social y a la policía. Te van a ayudar. Ningún niño debería pasar por esto.

Laura tembló.

¿Y si se enoja? Él… él puede ser muy diferente cuando no hay nadie cerca.

“Eso terminará hoy”, dijo el médico sin dudarlo.

 

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