7. Pueden ser personas complacientes.
Las personas complacientes priorizan las necesidades de los demás sobre las suyas para obtener aprobación o evitar conflictos. Estas personas suelen reprimir sus propios deseos y límites para complacer a los demás. Al hacerlo, repiten comportamientos aprendidos de niños: anhelaban que sus cuidadores les dijeran cosas bonitas o temían las consecuencias si no obedecían.
8. Pueden experimentar ansiedad.
La ansiedad crónica o la hipervigilancia pueden deberse a la falta de seguridad y estabilidad emocional en la infancia. Una persona que está constantemente nerviosa, hipersensible o que piensa demasiado alimenta su propia ansiedad porque intenta percibir las amenazas emocionales antes de que se presenten.
9. Pueden tener miedo al conflicto.
Los adultos que crecieron sin apoyo emocional a menudo evitan la confrontación por miedo al rechazo. Como resultado, pueden tener dificultades para expresar sus verdaderos sentimientos o necesidades en las relaciones. En lugar de arriesgarse al conflicto, optan por el silencio, soportando necesidades insatisfechas y malestar emocional para mantener la paz.
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