Estos rasgos a menudo se desarrollan a partir de una falta de nutrición emocional durante la infancia.
Una crianza estable y feliz depende en gran medida de la presencia de cuidadores emocionalmente sanos. Sin embargo, la vida no siempre es justa ni sencilla, y algunos adultos no pueden brindar el amor y la seguridad constantes que un niño necesita para sentirse seguro. Cuando falta ese apoyo emocional, puede influir en el comportamiento de una persona como adulta, manifestándose a menudo de las siguientes maneras:
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