A los 61, me volví a casar con mi primer amor. En nuestra noche de bodas, al quitarme mi tradicional vestido de novia, me sorprendió y me dolió ver...

Anna, mi primer amor. La chica con la que una vez me prometí casarme. Tenía el pelo del color de las hojas de otoño, y su risa era una canción que aún recordaba después de cuarenta años. Pero la vida nos había separado: su familia se mudó repentinamente y la casaron antes de que pudiera siquiera despedirme.

Cuando volví a ver su foto, con mechones grises en el pelo, pero con la misma sonrisa amable, sentí como si el tiempo hubiera retrocedido. Empezamos a hablar. Viejas historias, largas llamadas telefónicas, y luego citas para tomar café. La calidez fue instantánea, como si las décadas que nos separaban nunca hubieran sucedido.

Y así, a los 61 años, me volví a casar con mi primer amor.